El cantor de hazañas.

El muy machote enfatizaba sobre lo duro que puede llegar a ser con las mujeres. Presumía ante sus amigos que, con la boca abierta y la baba chorreando por la comisura de sus labios, escuchaban embelesados las bravuconadas de Mauricio, ejecutivillo de medio pelo. Follador a media jornada. Presumía ante una pinta de dorada, soltando la lengua con más facilidad a cada sorbo. Acompañaba su relato de expresivos y explícitos gestos sin rubor alguno. Así, tomaba unas caderas imaginarias y las movía hacia adelante y hacia atrás  a la par que arremetía con un brusco meneo de pelvis. A lo Elvis. Permítanme el pareado. Aunque más vulgar. Luego, ni corto ni perezoso, imitaba la mamada de una gran polla sin dejar de hablar mientras  que con la lengua empujaba sus carrillos para simular lo enorme de su miembro en la boca de la afortunada. Y así transcurría la tarde. Y la noche. Mientras, los contertulios admirados se iban retirando poco a poco a sus aburridas y tristes vidas de casados con hijos y perro. Y Mauricio reducía su audiencia pero no su énfasis, aunque a medida que pasaban las horas sus palabras eran menos precisas y sus balanceos más pronunciados.

Al fin, el garito a punto de cerrar. El camarero paciente que disimuladamente le empuja hacia la puerta. Mauricio toma el camino de casa. Su casa. Donde dormiría a pierna suelta en el sofá después de visitar un par de páginas porno en internet y soltarse dos o tres pajas con la mano izquierda, en las que como siempre, imaginaría tirarse a las secretarias de la oficina, a las limpiadoras y a la  madre que las parió. Mañana se lo contaría a sus colegas. Y ellos, tan gilipollas como siempre, se lo tragarían sin pestañear. Antes de quedarse profundamente dormido se acordó de la vecina del segundo, esa que siempre le mira con cara de asco. Algún día le daría para el pelo, pero hoy no toca masturbarse con ella. Quizás otro día…

4 comentarios sobre “El cantor de hazañas.

  1. Esta mañana precisamente, en un programa de radio tempranero, hablaba un fardón arrepentido de sus bravuconadas. Contaba que un día, una muchacha quiso comprobar sus hazañas (6 polvos en una noche), y que al segundo inacabado, ya fue víctima de mofa y escarnio por parte de la bella insaciable, ¡pobre!… se lamentaba de haber sido tan fantasma…. ¡Un colega más de los Mauricios de España!
    Muy bien retratado este tipo indeseable, … y su anodina audiencia.

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