«Porque en noches como ésta le tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberle perdido….»


Este verso de Neruda vive en mí constantemente, porque el mundo me resulta vacío y sordo desde que tú no estás en él.
A veces el viento roza mi piel y ya, es lo único que me acaricia,
¿Cómo puede seguir la vida sin apenas inmutarse?
¿Cómo es posible que no hubiese un cataclismo en el mundo cuando tú te fuiste?
¿Por qué no se han muerto todas las flores y borrado todos los colores?
¿Por qué sigue brillando la luna cada noche?
¿Por qué soy capaz de respirar sin olerte a mi lado?
Siento rabia e impotencia porque la vida brilla sin ti. Y me niego a hablar en pasado, y me niego a tu ausencia.

Necesito decirte tantas cosas…y también estar a tu lado en silencio, pero a tu lado.
No, no me asusta la soledad ni me incomoda.

No echo en falta a nadie que no seas tú, mi amor. Eras mi pasado, mi presente y mi futuro.
Nuestras manos envejecidas debían entrelazarse a través de los años, pero la puta muerte te ha robado, y a mí me ha matado el corazón y la mitad de la mente.

Ya no hay nadie a mi lado que termine mis frases, que me recuerde efemérides, que me cuente historias de la historia, que me diga el nombre de aquellos que se me quedaban en la punta de la lengua.

Ya no tengo nunca un objetivo de cámara curiosa fotografiando mis arrugas nuevas.

¿Por qué seríamos unos malditos descreídos sin fe?

¿Por qué jamás hicimos planes para la eternidad?

Solo pensábamos en nuestra vida, pensando que sería suficiente.

Ahora quisiera hacerme amiga de la muerte, y esperarla con el anhelo de volver a tu lado.

Quiero creer en fantasmas, y hablar con tu espectro, porque es cierto que te llevo siempre dentro, pero le faltas a mis sentidos, que sólo reaccionan al dolor.

El dolor intenso que puebla mis entrañas y mis poros, ese dolor intenso que me hace sentir que estoy jodidamente viva.

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